lunes, 22 de marzo de 2010

Mucho se debe el nombre de la revista al equilibrio para llevar a cabo una obra artística... ¿Acaso no se encuentra inmerso nuestro ser entre lo estético, lo rígido y lo delirante a la vez, durante este proceso creativo?

   Somos carne de la carne, ideas del cosmos y sueño de nuestros sentidos; somos razón y locura; somos un centauro que galopa hacia la cúspide más alta mientras lee un tomo olvidado de una olvidada biblioteca. Somos humanos, y como tales, estudiamos, trabajamos, nos emborrachamos y creamos ante la completa soledad en nuestro estudio. Aún así, somos como muchos más. No hay nada excepcional en eso, quizá nuestra diferencia reside en que gozamos y apostamos por lo que hacemos; aunque la rutina nuestra de cada día nos absorba y sea poco el tiempo dado a las artes.

   Somos un grupo que ya no se queja ante la dificultad de escribir o de encontrar el medio propicio para hacerlo. Nada ni nadie nos ata... Correcto o no, nuestro ejercicio creativo tiene la firmeza de un libre pensamiento apoyado en todo momento por una cuestión terrenal: para lograrlo, hay que generarlo. Jamás los obreros estuvieron tan cerca del Olimpo.

  Somos y no somos dioses y obreros. Creamos, trabajamos, amamos y lloramos como si fuese una misma cosa. En la actualidad no se puede tener una sola actividad.

   Somos verso, engrane, escritorio y fe. Somos lo que somos y apostamos porque este sueño delirante encuentre un buen cause.